Elegir al menos malo

Cuando no hay un candidato bueno, lo único que resta es elegir al menos malo. Sin embargo, eso implica renunciar a un montón de cosas: ilusiones, proyectos, resultados.
Es posible que entre 40 millones de argentinos no haya uno decente y con las ideas claras ? Con trayectoria seria y consecuente? Con un proyecto definido de país?En este momento, no hay nadie en el mercado político que tenga un proyecto definido. Casi todos nos ofrecen más de lo mismo, y algunos que otro algo nuevo, pero que no se sabe qué es…
Es por eso que la mayoría de los ciudadanos conoce unos cuantos candidatos, y unos cuantos asuntos candentes, pero ninguno puede asociar los primeros con los segundos… Nadie opina de nada trascendente, salvo quizás de las anécdotas de los demás candidatos, si es posible negativas.Hay algunos temas serios que deben plantearse:
– la inserción de Argentina en la economía mundial
– las perspectivas de crisis económicas vinculadas a decisiones desafortunadas de los dos o tres personajes que la manejan
– los conflictos sociales que cada vez son más evidentes y serios, reflejándose en la inseguridad urbana como uno de tantos factores de alarma
– el aislamiento del país en política exterior
– las perspectivas de que la fuerza hegemónica actual se eternice en el poder con medios no legítimos y casi totalitarios
Esperemos que de este panorama sombrío surja alguna propuesta inteligente, nueva y viable.

En la antigua Roma, Calígula nombró senador a su caballo, los italianos eligieron legisladora a la Cicciolina, Robin Williams representa a un cómico elegido presidente, y acá necesitamos algún candidato que simbolice lo absurdo de la situación actual: un humorista (no Nito Artaza que nunca se sabe si habla en serio o en broma, así como Palito Ortega no sabía si decir un discurso o cantar), un payaso o alguien tan bruto que no quede duda que se presenta en broma. Aunque decir esto es arriesgarse a que alguno de los actuales candidatos se dé por aludido y salga a hacer desmentidas y aclaraciones…

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